miércoles, 12 de enero de 2011

Inundación

Todos los que me conocen afirman que soy exagerada y que me preocupo demasiado. Que soy pesimista, que me ofendo por cualquier cosa. Pareciera que se juntaron en un lugar específico y decidieron en común acuerdo que mi personalidad es así de especial. Digo, porque todos me lo dicen...

Sin embargo, yo no noto que ellos estén viendo cuáles son los motivos de mis reacciones. Ellos no están pendientes de cómo es mi vida todos los días para ponerse a pensar en cómo eso repercute en mi estado de ánimo y en cómo veo las cosas.

A pesar de que hablé, lloré en silencio, volví a hablar... las cosas siempre terminan siendo las mismas. No me gusta discutir, pero cuando lloro sonriendo pensando en que tal vez la discusión fue para algo bueno y productivo, al final las cosas no cambian... cosas que por ahí son una boludez pero que siempre son gotitas que rebalsan el vaso y producen una inundación, cosas que no puedo pasar de alto y que siempre me afectan de alguna u otra forma.

¿Qué puedo hacer al respecto? ¿Será que me preocupo demasiado...? En este caso, yo creo que no :/.

sábado, 8 de enero de 2011

Mi Paraíso.

Desde chica me encantaba la idea de viajar y conocer lugares nuevos. Desde ir a la casa de una compañerita del colegio por primera vez hasta caminar cuando los Domingos acompañaba a mamá a la inglesia. Me encantaba caminar por lugares que no conocía, ver a la gente, estar AFUERA.
Cuando el año pasado me fui a Bariloche, ese cariño que hasta entonces tuve por viajar creció hasta convertirse en un tipo de obsesión.
Desde aquél momento supe que la Patagonia es mi lugar ideal. Londres, Nueva Zelanda, Nueva York, Egipto, Grecia, París... nada pudo compararse a mi apego por las montañas y lagos de ese lugar.

Quedé enloquecida de gusto, quise conocer más, y así es como en la actualidad me dedico a estudiar Turismo (carrera que igualmente había elegido mucho antes). Con esto pude descubrir muchos lugares más, lugares que ni siquiera me imaginaba, y sin embargo nada se comparó con mi amada visita al Sur, nada pudo disminuír mis ganas de volver.

Hoy, entre otros tantos días, volví a dejar currículums y más currículums en páginas de agencias de viajes. Entonces, casi servido en bandeja de plata, una ventana se abrió dejándome ver la posibilidad de trabajo más linda que pude tener.

"Chaltén Travel", así apareció con letras chiquitas pero que desbordaron mi ilusión... una agencia de viajes que se dedica pura y exclusivamente a la promoción de viajes por PATAGONIA.

Me llegan a llamar y me agarra un ataque.

BELLEZA INCOMPARABLE: Lago Espejo en Villa La Angostura.

Majestuoso, el cerro Fitz Roy se encuentra en el lugar que inspiró el nombre de la empresa: "El Chaltén", en Santa Cruz.

viernes, 7 de enero de 2011

Mamita querida.

No soy rica. Ni siquiera me siento digna de decir que la plata me alcanza toda la semana porque lo que gano en un fin de semana desaparece durante los tres días siguientes.

Esa es la razón por la que ni siquiera trato de mostrar mis necesidades "fisiológicas", por así decirlo. No hablo de tener la ropa que me gusta, muchos zapatos y maquillajes, e irme seguido a la peluquería. Además, gracias a Dios, un plato de comida lo voy a tener siempre acá, en casa...

Sin embargo esto que pasó me dio mucho miedo.
No llegaban a ser ni las cuatro de la mañana y un dolor punzante en el pecho me despertó. No se trataba del corazón ni de los pulmones, sino del pecho, literalmente.
Llámenlas como quieran hacerlo: Tetas, lolas, chichis, gomas. Una de ellas fue la que me había despertado ante su dolor.
Era un dolor tal que nunca en mi vida había sentido, algo que incomodaba mi respiración , la tapaba. Un dolor desesperante que ponía mis pelos de punta. Una pinchazón muy grande que venía desde el centro de mi pecho derecho y no lo podía calmar con nada. A veces se iba levemente mientras trataba de llegar la zona dolorida, presionándola, pero volvía a los segundos, siempre en la teta derecha. Siempre con la misma intensidad.

Después de unos minutos, cuando ya no lo sentía tanto pero la sensación de molestia persistía, mi poder de exageración fue al ataque: ¿Qué fue eso? ¿Mirá si es algo grave? ¿Debería consultarlo?
Luego me puse a pensar en las posibilidades de tratamiento médico básico que podría tener, y mis esperanzas se fueron. Ya dije que que nunca me animo a decir que algo me duele, que algo me pasa... porque nunca lo considero tan grave o porque por ahí lo quiero consultar después, cuando haya más tiempo y $.
Tengo miedo de tener los dientes llenos de caries y no consulto por un dentista, tengo un salpullón horrible en la pierna derecha y la "cicatriz" de mi brazo (véase post) no termina de cicatrizarse hace meses... no es que no lo consulto porque no quiera, lo que pasa es que lo que gano apenas si alcanza para dos o tres boludeces, y además, la plata de mis viejos es tan limitada que tienen que destinarla religiosamente a cosas particulares y permanentes. Yo me sentiría mal, no sólo por desviar esos gastos en otra cosa sino porque un tiempo después, ellos vendrían con una lista de quejas y reproches acerca del gasterío que ocasioné...

Sé que tengo sólo 19 años, y me niego a pensar que lo que pasó anoche se trató de algo tan grave como para consultar a un especialista...
Sin embargo, tuve miedo, y mucho.