jueves, 29 de diciembre de 2011

"Te perdono. Te quiero".

Me acuerdo que cuando te conocí me retaste porque te traté de "usted". Me había causado gracia porque yo tenía generalizado que ninguna mamá de su hijo le daba ese poder de confianza a su nuera sin dejar pasar bastante tiempo... mucho más sabiendo que yo era la nueva, por así decirlo.

Sí, yo era la nueva y al principio me daba un poco de vergüenza hasta preguntarte "Cómo estás" en vez de decirte "Cómo le va"... me era difícil porque siempre fui tímida, creo que cualquiera se podía dar cuenta de eso, de todo lo que me costaba sentirme parte de esa pequeña nueva familia que estaba empezando a tener...

Y es obvio que mi novio me ayudó mucho a sentirme cómoda dentro de su familia, pero si hay alguien que me hizo sentir súper incluída ahí adentro, esa siempre fuiste vos, desde el principio. Y es ahora cuando recuerdo todo lo que hiciste por mí hasta ahora, es ahora cuando me doy cuenta de todo lo que extraño tus abrazos y las palabras tan lindas que me decías las pocas veces que me animé a acercarme a vos para tener una charla.

Me acuerdo que un día, al irme a buscar a casa, hasta saliste del auto para saludarme cuando yo saliera; en mi cumpleaños me hiciste mi torta preferida; cuando tu hijo se fue de vacaciones fui a visitarte igual y hasta tuviste el detalle de hacerme un mate azucarado a pesar de que a vos te gusta amargo; íbamos a asistir a una fiesta y vos me ayudabas a elegir mi vestido, tuvimos otra y aunque vos ni siquiera ibas a asistir te molestaste en peinarme y ponerme tu perfume para que yo quedara preciosa; me animé a contarte cosas que no se las cuento ni a mi propia mamá, hubo algún que otro momento en el que no pude evitar llorar frente a vos y sin embargo no te alejaste nunca... y es por eso que ahora no sólo te considero la mamá de la persona que amo con todo mi corazón... sino que también hasta te considero mi propia mamá, porque por mí hacés cosas que, lamentablemente, ni siquiera noto que mi propia mamá hace por mí...

Es por eso que estoy tan triste, y por eso te extraño tanto. No quiero que por culpa de mis actitudes irresponsables y poco criteriosas termine perdiendo la valiosa confianza que te animaste a brindarme desde el principio. Me duele mucho pensar en que rechazás mi presencia, en la posibilidad de que ya no me consideres la hija que quisieras ver reflejada en mí...

Pase lo que pase en el futuro, no quiero perder ni a tu hijo, ni a vos... ni a toda la familia de la cual me permitiste ser parte. Te juro que con todo mi arrepentimiento lo deseo así, y espero con ansias el día en el que me abraces, y como en mi sueño, me digas "Ya está, ya pasó. Te perdono. Te quiero".

Te quiero mucho...

lunes, 12 de septiembre de 2011

Abissssssmo

Mi blog es parte de mí, siempre lo fue, lo creé para lo fuera, su objetivo siempre fue ése, no otro.
Sin embargo, ¿qué pasa? ¿Por qué ya no me sale escribir? Más allá de que trabajo y casi no tengo tiempo para nada, escribir es la forma más eficaz que tengo de descargar mis emociones... y si sigo así, realmente no sé cómo puede llegar a terminar todo esto.

Extraño a la escritora, la necesito.

martes, 31 de mayo de 2011

El tiempo es demasiado corto.

El problema no es que no sea conformista, no es que me tenga que acostumbrar a satisfacerme con poco, a poder llegar a sentirme bien con cosas pequeñas... el problema es que no tengo fuerzas para que esa sensación de bienestar persista por mucho tiempo. Sufro mientras la paso bien pensando en que muy pronto todo lo lindo acabará, pienso en que el tiempo es demasiado corto para todo lo bueno.

Volví de Capital en tren e increíblemente pude enganchar un asiento donde, casi sin darme cuenta, el sueño ganó a todos mis sentidos. Dormida en medio del apretujón incómodo del momento, inconscientemente reconocí que no había momento más oportuno para aprovechar para descansar; el tiempo es demasiado corto para todo lo bueno...

Tal era el cansancio que desperté casi con suerte en una estación donde, a pesar de que no estaba tan lejos de casa, nunca solía bajar. Bajé del tren algo perdida, soñolienta, y me subí al colectivo.
Minutos después recordé que ese mismo camino que estaba haciendo ahora con el chofer era el mismo que hacía todas las tardes al volver del colegio. Volví a vivir esa experiencia de ver a los chicos subir en las mismas paradas con sus mamás, de ver de nuevo los mismos locales, pasear por las mismas calles, disfrutar del sol a través de mi ventana... de un sol que ahora sí podía ver, que todavía existía en el cielo; ahora sólo suelo salir sólo cuando viajo, cuando todavía (o ya) es de noche y sentir el calor de esos rayos me hizo sentir algo nostálgica. En esos pocos segundos en los que recordé todas esas sensaciones mientras las volvía a vivir, me dí cuenta de que no podía terminar de disfrutarlo del todo como antes; no puedo hacerlo, sin querer ya pienso en tantas cosas que ni siquiera mi cabeza tiene tiempo de captar estas cosas por demasiado tiempo como para disfrutarlo...

¿Y yo me quejaba porque tenía que estudiar diez páginas? Dios... el tiempo es demasiado corto para todo lo bueno, en serio.

miércoles, 20 de abril de 2011

Se están equivocando de chica.

Primera conclusión: QUÉ ONDA? Desde cuándo me pasan estas cosas a MÍ? El mundo se está volviendo loco, o algo así. Definitivamente.

Caso 1: E
n el kiosko.

Yo - Hola, cómo estás?
Él - Muy bien, vos?
Yo - Bien, gracias. Tenés endendedor?
Él - Sí.

[...]

Él - Por qué tanta bondad?
Yo - Bondad? Por qué bondad?
Él - No sé, las chicas lindas como vos siempre nos tratan mal cuando nos piden algo.

[Momento incómodo de sonrojamiento, risas de "por qué decía eso", etc.]

Él - Tu vuelto, te doy en monedas, te deben servir mucho para el viaje.
Yo - WTF? Ah, bueno, gracias.
Él - De nada linda.

Caso 2: El francés.

Situación en la que levanto los platos principales y ofrezco postre. A esto el francés responde:

- No, gacias. Estoy muy enfegmó...
Yo - Hay que cuidarse.
Él - Sólo necesitó que te acegques a mi oidó y me digas que me quiegues muchó...

[Otro momento incómodo de sonrojamiento]

Caso 3: El de Seguridad.

Cuando al principio me pidió acompañarme a tomar la combi para no volver sola me pareció tierno y acepté; cuando empezó con las invitaciones a cenar y a tomar helado, ya vi sus intenciones y le hice ver sutilmente que no quería nada de cosas relacionadas con citas a solas porque estaba de novia; pero cuando empezó a seguirme a todos lados, a preguntarme cuáles eran mis horarios de salida, y cuáles eran mis horarios de descanso, ya me pareció un pesado. Ya no sé si mentirle o decirle mi horario de salida verdadero para no coincidir con el suyo, ¡pero eso no es lo peor! Esto sí merece ser citado:

Él - Mañana a qué hora salís?
Yo - Eh... a las diez.
Él - Si querés puedo pasarte a buscar.
Yo - A buscarme?!
Él - Sí, yo salgo a las dos de la tarde pero puedo pasar igual por vos, querés?
Yo (pensamiento rápido) - Em, viene a buscarme mi novio.
Él - Uh, qué bajón...
Yo - Bajón, por qué?!
Él - No, porque no cruzaríamos todos!
Yo - Te agradezco, pero no, gracias.

Es un viejo cuarentón, con la pelada a medio vivir, y con una altura que apenas sí sobrepasa mis hombros, ¿Qué podía sospechar? Ahora sólo pienso en que no quiero cruzármelo, y en que quiero que todos los días mi novio pase a buscarme a la salida del trabajo :(.

jueves, 24 de marzo de 2011

Creciendo.

Esta es mi tercera semana en Novotel, el Lunes 28 de Marzo empiezo las clases en la facultad... y mi miedo sólo se concentra en una sola cosa: La falta de vida.
Voy a empezar a ir a la facultad de ocho a doce y voy a seguir yendo al trabajo nueve horas diaras por la tarde/noche, lo que significa que voy a tener que irme a dormir a eso de la una de la mañana para volver a levantarme a las seis. A eso tengo que sumarle las ganas de tengo de seguir viendo a mis amigos/as, a mi novio, de estar al día con mi casa y mi familia. Alcanazaré para todo?

Todavía no soy empleada efectiva, apenas si estoy en mi primer mes de los tres meses de prueba, y adoro mi trabajo, quisiera seguir durando durante mucho años más, quiero aprender, quiero ser lo mejor que pueda ofrecer... pero cinco horas de sueño por día van a ser catastróficos si quiero acostumbrarme.

Éstos días anduve atendiendo a varios actores conocidos, pero anoche atendí a Francella. Espero que experiencias como estas hagan que todo se me haga más y más leve.

lunes, 14 de marzo de 2011

Abundancia insuficiente.

Cualquiera podría decir que tres años bastan y sobran para demostrar tanto amor. Cualquiera diría que los años desgastan y la convivencia llega a ser tediosa, que ya no es necesaria la pasión, la química, el sentimiento, ni siquiera la amistad. Pero yo digo lo contrario, y afirmo que la suma de los años, el paso del tiempo, hacen que esto que llevo adentro sea más grande y existan menos posibilidades de hacerte dar una idea de lo demasiado que significás, de todo lo que dependo de vos. Cada día hacés que te ame un poquito más y por consiguiente, se me hace cada vez más difícil demostrártelo con palabras, con hechos que no son nada a comparación de lo que me hacés sentir.

No sé cómo hacía para mantenerme de pie mientras todavía no existías a mi lado porque sos mi milagro, lo más hermoso que pude tener, sos mi sostén, la fuerza de mi alma, lo que me hace vivir, y me es humanamente imposible demostrártelo.
Feliz aniversario. Suplico que nunca te alejes de mí.

jueves, 10 de marzo de 2011

Debut hotelero.

Ayer debuté, y me encantó, pero me terminó doliendo todo.

Apenas llegué me presentaron a mis compañeros de trabajo momentáneos -digo momentáneos porque mi horario es intermedio y me cruzo tanto a los del turno de la mañana como a los de turno noche-. Me llevaron a comer, conocí al chef, a los ayudantes de cocina, a la pastelera, a todos.
La cocina, los salones, todos los ascensores -que para mí eran como entradas secretas porque estaban casi escondidos y habían varios que sólo podíamos usar nosotros: "el staff"-, el vestuario, todos los baños, el spa, el gimnasio, el garage, la terraza, la pileta... todo, todos los lugares donde podría llegar a ir.

No atendí a demasiada gente directamente porque digamos que, lógicamente, todavía no estoy pulida. Sin embargo y por primera vez en mi vida tuve una charla deliberada con gente de afuera. La mayoría eran brasileros, y a pesar de que mis nervios no me dejaban entender un idioma tan parecido al castellano, siempre vinieron a mi rescate mis compañeros; y no importa, por ahí con los que hablaban en inglés fue un "Hi, could you bring me a beer", pero estuve frente a ellos, me crucé a varios cuando hice el room service y me sentí realmente cómoda :).

Como con todo, igualmente, hubieron momentos en los que no me sentí tan cómoda. No con el lugar en sí, claro, sino conmigo misma. Veía a mis compañeros tan activos, de acá para allá, con tan poco tiempo para hacer otra cosa, que inconcientemente me sentí disminuída, incapacitada, hasta podría decir que inútil... al ser todos tan exigentes, lo que menos quería era dar lugar a reproches o malas caras, y el hecho de no sentirme bien con el "ay, esto lo quiero hacer bien pero todavía no puedo" limitaba mis expectativas, no me permitía sentirme satisfecha conmigo misma y mis capacidades.

A pesar de todo, me gustó muchísimo. Mis compañeros (varones, porque me quedo hasta el turno noche, cuando la mayoría de los camareros que quedan son hombres) son divinos, los jefes debidamente exigentes, y el lugar y huéspedes, hermosos.
Espero que el hecho de ser la más chiquita de todos los empleados del hotel no me inhiba a hacer las cosas tan bien como ellos. Ojalá que hoy me vaya muchísimo mejor que ayer, que me pueda desenvolver mejor, que los nervios no me dominen a tal punto de dejar caer cuchillos como ayer.
Espero que estén contentos conmigo, eso es lo que más quiero. Quiero dar lo mejor de mí y hacerles saber que estoy haciendo todo lo posible para que no se hayan arrepentido de haberme elegido. Quiero superarme, ser mejor cada día. Quiero demostrarles que realmente tengo ganas de trabajar excelentemente y no cansarme jamás de esto.

Estoy contenta :).

domingo, 6 de marzo de 2011

Mi luz en la oscuridad

Los gritos rutinarios de mamá son mi despertador en las mañanas y mi canción de cuna a la hora de las siesta. Siempre están ahí, omnipresentes, altos, como queriendo en cierta manera que te encariñes con ellos.

Sin embargo, el momento ideal que eligen los gritos para hacerse presentes es durante la madrugada, bajo cualquier pretexto, cuando casi no hay otro sonido que los interrumpa y sólo quede espacio para ellos y nada más.

Al ser una casa chiquita todo retumba en todas partes y aunque de que hables en voz baja, siempre se va a terminar escuchando algo. Mi papá, a todo esto, sólo se limita a tratar de dar la razón con tal de calmar aunque sea levemente los arranques de voces fuertes... un "Pará, dejalas dormir, ellas están durmiendo", es lo más exagerado que pude llegar a escuchar de él, para bajar el volumen, para vanamente tratar de que mis hermanas y yo no despertemos.

Sé que suena cruel decir esto, pero por otra parte, da la impresión de que a mamá no le interesan las reacciones en casa al respecto. Ella grita mientras estamos durmiendo... y jamás noté que hiciera algo para hacerlo más sutil. Nunca cerró la puerta al salir de la pieza y se enojaba más si buscabas un método para escucharla menos (ya sea dándole un portazo en la cara o poniéndote algodón en los oídos). Entonces nos conformamos tratando de hacer oídos sordos y volver a dormir...

Una noche, en medio de una discusión en la que obviamente mamá usaba tramposamente sus gritos como arma mortal, mi papá se dirigió sutilmente al baño, pero me dí cuenta de que no fue para hacer nada en particular. Se acercó a nuestra pieza y con todo el sigilo que pudo cerró la puerta, sin movimientos rápidos, sin ruido alguno.

Los gritos seguían escuchándose, pero ahora, lamentablemente, sólo eran una tortura directa para los oídos de papá.

Él es lo más tierno que existe.

jueves, 3 de marzo de 2011

Así fue.

Un Domingo 16 de Enero, en medio de las piletas de Parque Norte, me enteré de que todas las noches sin sueño, dolores y vómitos de mi hermana mayor se debían a una hepatitis que no la dejaba respirar.

Haciéndose todo demasiado rápido, el Lunes 17 siguiente me encontré en una entrevista en Sofitel, un hotel cinco estrellas de Retiro. Preparé mi curriculum, maquillé mi cara, peiné mi pelo y pensaba invertir la mejor sonrisa que me saliera en aquella entervista a la cual, a pesar de la tristeza que me provocaba la enfermedad de mi hermana, tenía la obligación de asistir.

Una hora después, salí del hotel con ilusiones de trabajo pero con la angustia de temer por la salud de mi hermana. Caminando una cuadra encontré una iglesia, grande, algo antigua, ya la conocía. Decidí entrar y al encontrarla totalmente vacía, sólo para mí, aproveché la posibilidad de elegir el lugar que quisiera.
Tomé asiento sin saber siquiera qué pensar, cabizbaja. Pensé en la charla de mi reciente entrevista, en las ganas que tenía de que me volvieran a llamar... y después pensé en mi hermana.

Para mi sorpresa las lágrimas empezaron a brotar de mis ojos como desesperadas, impotentes, como si hubieran estado atrapadas en mis pupilas desde que escuché esa palabra tan fuerte: "hepatitis".
Ni siquiera sabía si rezaba. Hablaba en voz baja suplicando por su salud, llorando en medio de una iglesia totalmente vacía como si me encontrase en los momentos culminantes de una novela mexicana. Le explicaba al altar que tener este trabajo ayudaría mucho a mi hermana, a sus estudios, a su mejoría. Necesitaba y deseaba con todas mis fuerzas que mejore, y el "Amén" que salió sollozando imploró por última vez que Así Sea, agonizante.

Varios días después me di cuenta de que no iba a tener el trabajo y veía que mi hermana no mostraba demasiada mejoría, lo notaba en sus ojos amarillos, en su hígado exageradamente débil. Así fue como me encerré en mi desolación, pesimista, agustiada, sin esperar nada más, sólo lo peor.
A pesar de todo la acompañaba cada día que podía al sanatorio para sus estudios y controles. Pasaban los días y ella en su desgastada fuerza siempre trató de mejorar...

Luego me llamaron de otro lugar, no muy distinto del hotel cinco estrellas, y a pesar de que me limité a no ilusionarme, me volvieron a llamar otra vez, y otra vez... hasta que me dijeron que me querían trabajando ahí.
Mi hermana mejoró, se curó, empezó a trabajar de nuevo. Y el Miércoles 9 de Marzo, va a ser mi primer día de trabajo en Novotel, un hotel cuatro estrellas que forma parte de una cadena de hoteles donde también está incluída Sofitel...

Éstos días pienso volver a Retiro y dejar flores en la última iglesia que visité, donde lloré. Porque así fue, así se hizo, mis súplicas se cumplieron de esta manera.

lunes, 28 de febrero de 2011

Sketch

Sabía que llegaría temprano a pesar de haber dado tantas vueltas: fui al banco, chusmeé vidrieras (aproveché y compré unas cosas)... pero el acto de comienzo de clases de mis primitos sería a la una y yo estaba por tomarme el subte a las 11.

El pasillo del subte se disfrutaba en medio de una hora no pico, con un vacío que no daba ganas de levantarse. Luego de pocos minutos de estar sentada, ví que desde la puerta que tenía a mi izquierda entró una pareja que no parecía sobrepasar demasiado mi edad, muy enojada, discutiendo en voz alta.

- ¡Dejá de pedirme perdón, no te perdono ni loca después de lo que me hiciste!
- Pero dejame que te explique, bichito.

La voz tan alta me sorprendió al principio, aunque después me di cuenta de que era sólo una actuación que podía apreciar a menos de un metro de mí.
Ellos discutían porque Ella lo había encontrado a Él con otra mujer en su propia casa. Y mientras Ella hablaba sola de lo enojada que estaba en la otra punta del andén, Él pensaba en voz más alta que hubiera sido mejor idea sacarla a su amante por la ventana, pero que ya había sido tarde.

Un segundo después todo se congeló en mi mente, al principio me sentí expuesta, sorprendida, anonadada:

- A vos no se te hubiera ocurrido salir por la ventana para que no te encuentren con tu amante? - Me preguntó Él.
- Este... nunca había estado en una situación así - contesté casi sin pensarlo y con la garganta trabada, sonriendo tímidamente y en voz baja, muy baja a comparación de la suya.
- Ah, bueno, si querés puedo invitarte a casa, la ventana es grande y podés salir muy fácilmente!

Tragué saliva para hacer más sutiles mis nervios. Sonreí, sin saber qué decir, y antes de que pudiese abrir la boca para pronunciar unas palabras que ni yo sabía cuáles iban a ser, Ella me salvó:

- Hey, y esa?! Quién es?!

Definitivamente no me había salvado. Él la miró con cara de suficiencia:

- Mi otra compañera de aventuras.

Noté que en ese instante algunas miradas que me habían tenido como protagonista ahora reían, y yo notaba con gracia que la piel de mi cara combinaba con el color rojo de la remera de Él. Me escondí entre mis manos...

No pude evitar darles algo cuando terminaron. La mayoría tampoco pudo después de los aplausos.

sábado, 26 de febrero de 2011

Brake

El humo del colectivo hizo llorar mis ojos al bajar. El ruido de la cuidad parecía no afectar a nadie y la gente caminaba por todos lados, desesperada, automatizada, apurada por llegar a alguna parte, sin prestar atención a lo que tenían alrededor.

Pero al llegar al andén del tren algo captó mi atención... miré hacia arriba y en lo alto de un árbol muchas cotorritas susurraban entre sí. No las podía contar, eran seguramente más de diez; no las podía divisar, era como si disfrutaran de enconderse entre las hojas y las flores que abundaban en lo alto. Lo único vistoso era el cielo, más allá, en ese entonces despejado y tan azul que encandilaba.

Las flores rosadas que las avecitas tiraban caían en el andén del frente, girando en el aire, deslizándose con cautela, y cuando volvía a mirar estaban ellas otra vez, volando, cantando en voz baja junto a algún que otro picaflor que de vez en cuando llegaba a ver entre lo imperceptible. Para mi sorpresa estaba sonriendo, me dí cuenta de que inconcientemente lo estaba haciendo, disfrutaba de ser espectadora de algo tan simple pero bonito...

... y entonces un ruido de rieles me distrajo.

El picaflor se apoyó sobre los cables que estorbaban mi vista al cielo. El tren llegó y terminó de estorbar mi vista, un hombre exhaló el humo de su cigarrillo muy cerca de mi cara y caminé hacia el tren. Volví a la realidad.
(Bueno, al menos los segundos de mi descanso de la rutina habían sido lindos mientras duraron).

jueves, 24 de febrero de 2011

Viejo Verde

Que te miren en la calle como si fuera que sos la única mina que queda todo el barrio o que te griten cosas sarpadas, bueh... eso lo hacen casi todos.
Que te apreten en el subte y sientas que te manosean toda mientras un tipo más alto que vos te mira el escote... buah, por ahí son alucinaciones mías, no soy la única que siente eso.
Que en el colectivo te pellizquen una nalga y al darte vuelta veas a todos los pibes haciéndose los dormidos, OK, te da bronca pero, ¿Qué podés hacer?
Que venga un chico en bici y frente a tus ojos te toquetee una teta, listo, las puteadas no faltan pero para entonces el fulano ya está a una cuadra.

Pero estar entre toda la gente y sentir que en menos de un segundo una mano podrida y arrugada se pierde bajo tu pollera y se hunde en la parte más sagrada de tu cuerpo femenino... eso sí es traumático =/.

(me acuerdo y me da mucho asco =( ).

jueves, 17 de febrero de 2011

Cuando Dios da un portazo...

No soy una veterana loco, con 19 años no tengo más experiencia que el jefe mayor de la tribu de Pocahontas viste, pero a pesar de no haber llegado ni a la segunda década de vida, creo que me pasaron suficientes cosas para incluír algunas de mis anéctodas a la lista de "ojalá que nunca te pase": y voy desde la puteada que te sale cuando tu dedo chiquito se choca con la esquina de la cajonera, o de la indignación que sentís cuando ves que una nena de cuatro años se viste con mejor ropa que la tuya... HASTA LA IMPOTENCIA DE DARTE CUENTA DE QUE TOMARON A ALGUIEN MÁS EN EL LABURO EN VEZ DE TOMARTE A VOS. Por cosas que resbalan de nuestras manos como arena, no podemos evitar que esto pase. No importó si tuviste más experiencia, si por ahí estabas más apta... TOMARON A LA OTRA EN VEZ DE A VOS.

Al principio me sentí indignada, absorta, anonadada, perdida, me negaba a creerlo. ¿Cómo pudo ser posible? Dios ni siquiera se había ocupado de cerrar sigilosamente la puerta. Con toda la ilusión y atención que tenía puesta en la entrada, me golpeó la nariz de un portazo dejandome tildada por un tiempo y me mostró sin restricciones que esa persona había llegado más alto que yo y con menos esfuerzo. "¡Él abre ventanas, ya vas a tener otra oportunidad!" - me decían, ¡el problema era que yo no veía ni una fisura en la pared!
Sin embargo el Lunes recibí una llamada que me hizo volver a las estrellas. Me negué a ilusionarme de vuelta pero siguieron llamándome, siguieron dándome a entender que les gusto, que "sería algo postivo para el lugar"...

NI HABLAR, no es el hotel donde realmente quería trabajar desde el principio y cuyo lugar ocupa otra persona, pero este es lindísimo con sus cuatro estrellas, la gente también, me encanta más que comer Lemon Pie con mucho merengue. ¡Así que espero que esta ventana permanezca abierta! De verdad tengo muchas ganas de trabajar.
No tuve la suerte de trabajar acá...

Pero ojalá que no sea lo mismo con esto :)

"Lo opuesto del trabajo no es el ocio, el juego o la diversión, sino la pereza, el hecho de no invertir nuestras aptitudes".

miércoles, 12 de enero de 2011

Inundación

Todos los que me conocen afirman que soy exagerada y que me preocupo demasiado. Que soy pesimista, que me ofendo por cualquier cosa. Pareciera que se juntaron en un lugar específico y decidieron en común acuerdo que mi personalidad es así de especial. Digo, porque todos me lo dicen...

Sin embargo, yo no noto que ellos estén viendo cuáles son los motivos de mis reacciones. Ellos no están pendientes de cómo es mi vida todos los días para ponerse a pensar en cómo eso repercute en mi estado de ánimo y en cómo veo las cosas.

A pesar de que hablé, lloré en silencio, volví a hablar... las cosas siempre terminan siendo las mismas. No me gusta discutir, pero cuando lloro sonriendo pensando en que tal vez la discusión fue para algo bueno y productivo, al final las cosas no cambian... cosas que por ahí son una boludez pero que siempre son gotitas que rebalsan el vaso y producen una inundación, cosas que no puedo pasar de alto y que siempre me afectan de alguna u otra forma.

¿Qué puedo hacer al respecto? ¿Será que me preocupo demasiado...? En este caso, yo creo que no :/.

sábado, 8 de enero de 2011

Mi Paraíso.

Desde chica me encantaba la idea de viajar y conocer lugares nuevos. Desde ir a la casa de una compañerita del colegio por primera vez hasta caminar cuando los Domingos acompañaba a mamá a la inglesia. Me encantaba caminar por lugares que no conocía, ver a la gente, estar AFUERA.
Cuando el año pasado me fui a Bariloche, ese cariño que hasta entonces tuve por viajar creció hasta convertirse en un tipo de obsesión.
Desde aquél momento supe que la Patagonia es mi lugar ideal. Londres, Nueva Zelanda, Nueva York, Egipto, Grecia, París... nada pudo compararse a mi apego por las montañas y lagos de ese lugar.

Quedé enloquecida de gusto, quise conocer más, y así es como en la actualidad me dedico a estudiar Turismo (carrera que igualmente había elegido mucho antes). Con esto pude descubrir muchos lugares más, lugares que ni siquiera me imaginaba, y sin embargo nada se comparó con mi amada visita al Sur, nada pudo disminuír mis ganas de volver.

Hoy, entre otros tantos días, volví a dejar currículums y más currículums en páginas de agencias de viajes. Entonces, casi servido en bandeja de plata, una ventana se abrió dejándome ver la posibilidad de trabajo más linda que pude tener.

"Chaltén Travel", así apareció con letras chiquitas pero que desbordaron mi ilusión... una agencia de viajes que se dedica pura y exclusivamente a la promoción de viajes por PATAGONIA.

Me llegan a llamar y me agarra un ataque.

BELLEZA INCOMPARABLE: Lago Espejo en Villa La Angostura.

Majestuoso, el cerro Fitz Roy se encuentra en el lugar que inspiró el nombre de la empresa: "El Chaltén", en Santa Cruz.

viernes, 7 de enero de 2011

Mamita querida.

No soy rica. Ni siquiera me siento digna de decir que la plata me alcanza toda la semana porque lo que gano en un fin de semana desaparece durante los tres días siguientes.

Esa es la razón por la que ni siquiera trato de mostrar mis necesidades "fisiológicas", por así decirlo. No hablo de tener la ropa que me gusta, muchos zapatos y maquillajes, e irme seguido a la peluquería. Además, gracias a Dios, un plato de comida lo voy a tener siempre acá, en casa...

Sin embargo esto que pasó me dio mucho miedo.
No llegaban a ser ni las cuatro de la mañana y un dolor punzante en el pecho me despertó. No se trataba del corazón ni de los pulmones, sino del pecho, literalmente.
Llámenlas como quieran hacerlo: Tetas, lolas, chichis, gomas. Una de ellas fue la que me había despertado ante su dolor.
Era un dolor tal que nunca en mi vida había sentido, algo que incomodaba mi respiración , la tapaba. Un dolor desesperante que ponía mis pelos de punta. Una pinchazón muy grande que venía desde el centro de mi pecho derecho y no lo podía calmar con nada. A veces se iba levemente mientras trataba de llegar la zona dolorida, presionándola, pero volvía a los segundos, siempre en la teta derecha. Siempre con la misma intensidad.

Después de unos minutos, cuando ya no lo sentía tanto pero la sensación de molestia persistía, mi poder de exageración fue al ataque: ¿Qué fue eso? ¿Mirá si es algo grave? ¿Debería consultarlo?
Luego me puse a pensar en las posibilidades de tratamiento médico básico que podría tener, y mis esperanzas se fueron. Ya dije que que nunca me animo a decir que algo me duele, que algo me pasa... porque nunca lo considero tan grave o porque por ahí lo quiero consultar después, cuando haya más tiempo y $.
Tengo miedo de tener los dientes llenos de caries y no consulto por un dentista, tengo un salpullón horrible en la pierna derecha y la "cicatriz" de mi brazo (véase post) no termina de cicatrizarse hace meses... no es que no lo consulto porque no quiera, lo que pasa es que lo que gano apenas si alcanza para dos o tres boludeces, y además, la plata de mis viejos es tan limitada que tienen que destinarla religiosamente a cosas particulares y permanentes. Yo me sentiría mal, no sólo por desviar esos gastos en otra cosa sino porque un tiempo después, ellos vendrían con una lista de quejas y reproches acerca del gasterío que ocasioné...

Sé que tengo sólo 19 años, y me niego a pensar que lo que pasó anoche se trató de algo tan grave como para consultar a un especialista...
Sin embargo, tuve miedo, y mucho.