miércoles, 27 de marzo de 2024

La vida hace lo que se le canta el OGT (Adiós)

Tengo la cabeza llena de tantas cosas en este momento que me mareo, no puedo concentrarme, no puedo hablar con nadie.

Voy a tratar de ordenarlas. Necesito sacármelas.

Primero, la última visita a su casa, en diciembre de 2020. No la olvido y creo que no la olvidaré jamás. Nunca imaginé que esa sería la última vez que cruzaría esas puertas, abrazaría a los niños 🐶🐱 y estaría en su cama.

Recuerdo también el fallecimiento de de su papá que fue como mi propio papá. Enero de 2021. Tengo en la cabeza el recuerdo de que Tuto no me dejó acompañarlo en las ceremonias velatorias sin explicación alguna y sin excepción, a pesar de que le expresé mis ganas de ir. Recuerdo mi impotencia. El pensamiento angustioso de saber que no podría despedirme de él. Que no tendría otra oportunidad de hacerlo, nunca más... Y no sabía por qué.

También, haber viajado hasta Calzada en ese mismo mes expresa y exclusivamente para saludarlo por todo lo acontecido (había pedido una bici prestada para llegar más rápido desde mi casa a la de Él). No me importaba si estábamos separados desde hacía un par de meses. Yo quería darle mi apoyo y consuelo, aunque sea un abrazo...

Pero me dijo que me vaya.

Me acuerdo de su rechazo escribiéndome en el teléfono, conmigo frente a esas rejas que nunca volvería a cruzar. A mí, tratando de convencerlo durante minutos, rogándole que me deje pasar. El recuerdo de su "Andate" mientras yo ya estaba sentada en la vereda de su casa, no pudiendo creer lo que estaba pasando. Llorando y mirando ese mensaje sin poder creerlo. Sin poder creer todo lo que pasaba. Sin entender nada.

Pero después... Recuerdo el momento... ESE momento. Julio de 2021.

Estoy saliendo con una mina [...] Desde principios de año, más o menosMe contó sin muchas más explicaciones.

Me acuerdo de la tranquilidad que me obligué a manejar en la calle al leer la novedad. De la sensación horrible que sobrevino después, con mi mente recordándome que mi vida no sería con Él, y la desesperación de mi corazón al ver que lo que parecía imposible para él, ahora era real: Augusto estaba con otra mujer.

De verdad fue como vivir algo que siempre había creído que sería imposible, que mi mente y corazón no aceptaban, se negaban a aceptar porque habían vivido seguros de que nada de todo esto pasaría, NUNCA, ni en la más remota posibilidad. Era como pensar en qué pasaría si se explotara el mismísimo Sol, la Luna, y el universo desapareciera. Siempre había sido algo imposible y muy lejano a toda comprensión.

El primer ataque de pánico que me dio apenas llegué a casa fue inevitable. Mi primer intento de suicidio fue porque pensé que no tenía entonces ninguna otra razón para seguir viviendo. Mi razón no admitía lógica alguna para existir sin Él, y mi corazón se había destrozado junto con mi razón. El único que podía sanarlo, ya no estaría conmigo nunca más.

Recuerdo también del enojo que tuve al despertar en el hospital POR NO HABERLO LOGRADO. El haberme encontrado atada a la cama, intubada con algo incomodísimo, pinchada por doquier. Todo el camino que tuve que atravesar para volver más o menos a la realidad empezando de nuevo desde el nivel 0. Fue como bajar hasta el Infierno y volver a subir con escaleras por un trayecto muy largo. Me costó mucho volver a rearmarme sola. Pasé de tener sueños, motivaciones y anhelos, a solamente tratar de sobrevivir cada día. Sobrevivir, se había convertido en mi mayor desafío y logro desde que conseguía levantarme hasta que volvía a dormir.

También recuerdo, ya más lúcida, el haber hecho las cuentas sin querer y terminar en la conclusión de que no yo podía sentirme más pelotuda, ni más miserable. "Salen desde principios de año... Me dijo. O sea, más allá de que pudo rehacer su vida en sólo un par de meses (envidiable)…

Y sí.

Ella fue la razón por la que Él empezó a hablarme cada vez menos, no quiso que fuera a despedir a su papá, ni recibirme en su casa... Era ella.

Y terminé concluyendo:

La última vez que estuve en su cama, Él también estaba teniendo contacto con ella, a la vez. Todo ese tiempo fue por ella... Y por supuesto que no me lo diría."

Sobrepensar es un defecto, ya lo sé. Pero reconocer esto último me dolió muchísimo. Sentía un Déjà Vú que me traía imágenes mías en un hospital, a punto de abortar un hijo suyo... (aborto que en el fondo de mi corazón yo no quería realizar, y que siento me va a acompañar toda mi vida) mientras Él, más allá de acompañarme en todo el proceso, a la vez estaba hablándose y planeando irse a otra provincia con otra mina. Otra. Mientras estaba conmigo. No importa qué excusa puedan darme. Es doloroso.

Habiendo vivido todo lo que pasamos en todos estos años... ¿Por qué entonces no tuvo el gesto, la delicadeza, de ahorrarme toda la angustia y la desilusión, y decirme desde el momento CERO que charlaba, se veía o le pasaban cosas con alguien más?

Sé que mentir no es lo mismo que esconder la verdad. Él, espero y confío, no me mintió en nada... Pero yo, después de recorrer un camino que dolía, aprendí varias lecciones durante toda nuestra relación e hice lo que pude para responsabilizarme debidamente de las consecuencias de en algún momento, haberle escondido la verdad, y en consecuencia, haberlo lastimado.

Me responsabilicé y traté de enmendar la situación justamente para que nada de todo esto volviera a pasar nunca más. Ni de parte mía... Y esperaba que tampoco de parte de Él. Por eso, decir que me siento dolida es poco.

Encima pensaba "bueno, calculo yo que tardaré unos meses más en hacer mi vida de nuevo con alguien más..." JJJÁ. Cuatro años van a ser, y acá estoy. No podría sentirme más miserable.

En otro recuerdo, Él me decía algo así como (no es textual) "En el hipotético caso de que yo alguna vez esté con otra, y ella vea estas fotos unas que tenía en Facebook en ese momento, de nosotros juntos las va a tener que aceptar. ¡Si sos parte de mi historia!

Habiendo dicho esto, recuerdo cómo se me estrujó el pecho cuando me di cuenta de que sacó todas las fotos que tenía conmigo en sus redes sociales. Ni hablar cuando tiempo después y hasta hace poco empezó a hablarme sólo para decirme que tenía fotos mías en su PC, que me las pasaría y después, las borraría.


"Hablás como si no nos fuéramos a ver más."

"Siempre voy a recordarte"

Así me consolaba Él en momentos de crisis donde yo, asustada, intuía que no nos veríamos más...

Y sin embargo acá estoy, teniendo como único "diario íntimo" un blog que había creado para una persona cuyos hechos no están ni cerca de lo descrito más arriba, y a la cual ahora no puedo ver más, ni volver a hablarle.

Ni siquiera pude tener el "consuelo" de seguir viendo de vez en cuando al Rottweiler que habíamos adoptado hace unos años. Pensé que lo habíamos adoptado los dos. Que sería de ambos... O al menos eso creía yo. Se ve que estaba totalmente errada. Ingenua.

En principio Él iba a comprarlo pero como no llegaba con el presupuesto, lo hicimos entre los dos. Y lo consideré nuestro perrijo, tanto durante nuestra breve convivencia como muchísimo tiempo después. Tuto sabe todo lo que amo a los animales, que los quiero como si fueran mi familia, entonces no puedo creer que ahora, las pocas veces que puedo y me animo a acercarme a su casa, tengo que espiar a través de las rejas desde un rincón, como si fuera una delincuente, para que no me vea ninguno de los dos (ni Él ni la actual señora de la casa), buscando a ver si tengo la suerte de que Ástor, el Rott, esté en el patio, y así pueda acariciarlo y besar su hocicote aunque sea menos de 5 minutos del otro lado de las rejas.

Ver la moto de ella, su nueva compañera, también me lastima, porque me hace pensar en todo lo que yo no pude ser para Él mientras estuvimos juntos. ¿Qué tendrá una cosa que ver con la otra? Bueno:

A veces no puedo creer tampoco que hayamos estado tanto tiempo, tan enamorados... Viéndolo tan distinto ahora. Yo siempre fui más sensible, tímida; Él, por el contrario, manejaba una extraversión que yo admiraba, fue una de las cosas que me enamoraron de Él, y también una vehemencia que yo percibía que cada vez era más grande... Al punto de darme miedo.

Sí. Miedo. Aunque suene ridículo. Traumas aparte.

Él pedía que yo cambiara parte de mi personalidad, que fuera menos sensible porque me lastimaba, no me hacía bien, no me era conveniente (lo cual era y ES cierto); pero a la vez se enojaba cuando le confesaba que a veces me daba miedo verlo gritar a la PC porque no le funcionaba.

Primero (y acá creo que me voy a extender mucho). En este tiempo que pasó, concluí en que la personalidad en sí misma me parece algo muy, muy difícil de cambiar en una persona. Casi imposible. Forma parte de la esencia de cada uno, y más allá de lo que nos enseñen aquellos que nos cuidan en la niñez, los valores que nos inculquen... Nuestra personalidad resultante en la edad adulta va más allá de algo que pueda ser cambiable o no cambiable. En parte, creo que es la repetición o consecuencia inconsciente de patrones aprehendidos (APREHENDIDO, con H) en nuestra niñez. También, y en particular en los casos violentos, creo que la personalidad resultante en la adultez es simplemente un método de "defensa" que formamos las personas a lo largo de nuestro crecimiento. Ya sea terminando violentos, sumisos o miedosos, o empáticos y buenos (este último, diría, para tratar de romper con este patrón).

Y con esto no me quiero excusar. Me niego a decir que aún a mi edad sigo siendo sensible, algo tímida e introvertida SOLAMENTE como consecuencia de los eventos violentos que me pasaron cuando era chiquita. Porque ya no tengo 4 años, ni 12, ni 16 (que fue la edad en la que por primera vez me pude defender de una agresión física). Pero lo que sí puedo asegurar es que es difícil desaprender una forma de ser... ¿Cómo erradicar algo que forma parte de lo que sos, de tu esencia, y que interiorizaste con todos tus sentidos desde que tenés uso de razón?

Lo que en mi opinión sí podemos cambiar, afortunadamente, son los comportamientos... Un concepto muy distinto al de Personalidad. Por ejemplo: noto que un sentimiento feo viene, sea cual sea. Decido NO reprimirlo y sí tomar acción, sacarlo, sublimarlo... ¿Pero cómo? ¿Qué hacer al respecto si esa acción consecuencia de lo que siento es negativa? ¿Realmente tengo intenciones de lastimar al otro como me han lastimado a mí? ¿O es que simplemente SOY ASÍ y ya?

Una y mil veces traté de hacer frente a los sentimientos y acciones que terminan siendo malos y me intoxican. Como en este caso explico, el exceso de sensibilidad y sumisión. Pero claramente es un proceso que puede llegar a llevar toda la vida. Muchas veces no pude hacer frente a la violencia verbal de mi mamá, no pude defenderme, y muchas veces nuestra relación con Tuto se vio afectada por culpa de que no supe cómo sobrellevar esta adversidad. Él me bancó muchos años así... Es difícil que hoy en día alguien te banque con este tipo de cosas. Es una de las razones por las cuales lo amé tanto. Pero ahora: ¿De qué sirve al hacer el esfuerzo de cambiar algo que no sólo es malo para mí sino también para mi pareja y la relación, si de todos modos la otra persona tiene comportamientos que también me hacen mal a mí? Sigo lastimada igual. ¿De qué sirve formar más carácter no sólo para mi pareja, sino para mi vida— si, cuando me sienta mal por algo que hace mi novio y me animo a decírselo, se enoja conmigo hiriéndome con frases del tipo "Ahí tenés la puerta". "Te dije mil veces que si no te gusta como soy, te vayas" "¡Si no te gusta como soy, me dejás y listo!"? ¿De qué se trataría entonces, de un cambio de comportamientos selectivo? ¿Debo tener más carácter y digo lo que pienso a los demás pero con mi pareja debo seguir siendo sumisa, callar lo que me pasa y no decir lo que me hace mal porque si no, el otro se enoja y hasta deja de hablarme por días o me amenaza con que la relación se terminará? Hoy en día, cada vez que pienso en esto, todavía no logro siquiera enojarme. Sólo angustiarme y desilusionarme porque suena ilógico e injusto que una pareja que se supone sana, no pueda expresar lo que siente asertivamente por miedo a que la otra persona se enoje, conteste mal o hasta deje de hablarte por días. Eso es triste, es angustioso... Y no hablarte por días... Eso es maltrato. Este comportamiento sí es digno de ser cambiado porque hace mal a quien vos amás... Y se supone que vos no querés hacer mal a quién amás, al contrario. ¿No?

Qué loco. A pesar de que todo esto lo haya pensado siempre, recién ahora lo pude expresar con palabras escritas, porque claramente nunca pude decirle todo esto a Él. No es que no quise. No PUDE. Por miedo a lo que decía antes: que se enoje, que me diga cosas hirientes y hasta que me deje. Porque yo no quería irme por la puerta. Yo quería quedarme con Él. Para siempre.

ATENCIÓN

Las siguientes suposiciones no tienen ninguna base confiable. Son especulaciones expresamente propias

A lo que voy con todo este choclazo es que ahora supongo que Él será más feliz porque esta chica parece tener las cualidades que hubiera preferido en mí: más carácter, cero timidez, más seguridad, autoestima, coraje... Una personalidad que acompaña a la suya y que seguro ayuda no sólo a la convivencia, sino también a los proyectos que deben tener en común, como por ejemplo, entre otras cosas... Tener una moto.

Sí. Por más banal que suene. Porque no sólo Él tiene su moto, que la tiene hace años. Ahora ella también.

Ojo, esto no lo sé porque sea una loca obsesiva perseguidora. Hace unos meses estaba volviendo de lo de una amiga que vive a una cuadra de su casa, y como no quería dar toda la vuelta a la manzana, Ajá, a veces, aunque quiera ver al perro, doy una vuelta a la manzana para evitar ver la casa de mi exal pasar no pude evitar ver la otra moto junto a la de Él. Así que no era muy difícil de  deducir. ¿Para qué Él tendría dos motos? Las probabilidades puede que estén... Pero de todas maneras concluí que era de ella.

Sólo pude mirar un segundo. Una sensación triste en el pecho me obligó a caminar más rápido hacia la estación de trenes.

Encima no son cualquier tipo de motos. La de Él ya la conocía Hasta me ha llevado muchísimas veces en ella...Y la de su nueva compañera de casa y de vida era muy parecida a la de Él.

Yo no sé nada de marcas, pero son muy parecidas a las famosas Harley-Davidson cuyos motoqueros manejan en las rutas con sus camperas de cuero. Y seré prejuiciosa, pero en mí mente la veo con esa onda. También supongo que es más cómodo, si por falta de tiempo uno no puede acompañar al otro, el otro va solo donde tenga que ir... Pero el colmo es que hasta me los imaginé yendo de paseo juntos. No puedo ser más masoquista. GOMA.

Siguiendo, todas estas aptitudes de supuesta personalidad perfectísima de novia nueva, las venía numerando sin contar con todas las otras cualidades que considero que tampoco tengo: Físicamente ella es alguien que llama mucho la atención (está buenísima, básicamente). Así que poder llevar esos dotes encima con un plus de ACTITUD (carácter, autoestima, fortaleza, seguridad...) obvio que suma 1000 puntos. Y maneja una señora moto. ¿Cómo no preferir a alguien así? ¿Cómo no sentirte ORGULLOSO de estar con alguien así? Qué suerte que Él pudo volver a enamorarse...

Y más allá de que todo lo anterior, repito, se basa en lo poquísimo que pude ver (y no pude ver más, no porque quise encontrar más cosas y no encontré, sino porque quise preservarme y no bajonearme más) y sea más especulación que otra cosa; más allá de que más que SEGURO ella tenga sus inseguridades y problemas que desconozco, que no tengo por qué saber pero seguro hay porque comprendí que NADIE está exento de fantasmas... De lo que sí estoy segura es de que nada de lo que yo haga, nada de lo que yo piense, ningún comportamiento que hubiera cambiado, hará que Él vuelva conmigo. Él encontró a su igual, muy distinta a mí, perfecta para un Tuto que también veo muy distinto al que conocí, y creo que eso no va cambiar.

Entonces. Sintetizando... Querida Liza: Tuto ya no está. Se fue para siempre. No voy a volver a verlo, ya ni siquiera piensa en mí. No le importo, no me extraña. Ni siquiera participa en mis redes sociales, no ve mis historias, noté que me bloqueó para yo no poder ver las suyas... Ya NO le intereso. YA NO ME QUIERE. ¿Por qué sigo sufriendo entonces por alguien que NO me quiere? ¿Qué tengo que hacer para convencerme?

Me enoja, por Dios. Ya lo dije antes. Me enoja que toda esta situación de mierda sobrepase todo lo demás, como si en mi vida no existieran otras cosas buenas, importantes o más graves.

Hoy en día tengo un sobrino, muy amado y muy joven con cáncer, en coma inducido e intubado.

Tengo a mi perrita (una de las últimas contemporáneas de la relación que tuve con Él) internada, grave, con posibilidad de eutanasia. Soy la única que la puede cuidar y debo ir a recibir malas noticias todos los días en la veterinaria.

Mi hermana tiene síntomas de Dengue y es posible que la internen también.

POR FIN me di la oportunidad de volver a tener al lado a un hombre que realmente quiere acompañarme, que sabe sobre mi pasado y lo acepta, que no me juzga, me apoya, me trata bien, que no deja de decirme todo el tiempo que me ama. Que me cuida. Que todos en mi familia quieren y admiran.

¿POR QUÉ entonces lo único que me pone PEOR a pesar de todo esto ¡Y HACE AÑOS!— es el recuerdo de alguien que hoy en la realidad ya NO me quiere? ¿Por qué no puedo rehacer mi vida después de tanto tiempo?...

Repito, sé que tuve mis errores, que traté de enmendarlos como pude. Le he hecho mucho mal a Tuto, mi amor... (algunas veces todavía me sale decirle así, inevitablemente) pero sinceramente quise hacerle lo mejor cuando volvimos a darnos una oportunidad. La esperanza volvió a surgir. Hablábamos del futuro muy ilusionados.


Pero otra vez... Tiempo después todo se volvió a desplomar. Las heridas volvieron a abrirse.

Entre otras cosas, mi depresión y falta de libido le hizo creer que ya no lo deseaba A ÉL. Si supieras, mi vida... Sentía culpa porque yo misma me creí el verso (de que no te deseaba). Tardé en darme cuenta de que en realidad, no tenía deseo por NADIE ni por nada. No era algo personal. Siempre te deseé, siempre me gustaste un montón, completamente, TODO. Tus manos, tu pelo, tu mirada. Tu cuerpo entero... Tenerte enfrente siempre hizo que me temblaran las piernas y se me erice la piel, pero realmente NO PODÍA disfrutarte, porque a veces no podía hacer NADA, ni siquiera levantarme de la cama... Lamento mucho haberte hecho sufrir por eso u.u

Además, la medicación que tenía que tomar hacía que me quedara dormida o sin fuerzas para nada. El sueño me vencía peor que antes y Él creyó que simplemente prefería dormir que estar con Él... Otro pensamiento errado. El sueño es algo que fisiológicamente necesitamos para vivir, en algún momento nos vence... Cerca  del último período de nuestra relación, yo había conseguido un trabajo del cual llegaba y me desplomaba y a veces no me quedaban fuerzas siquiera para darle la atención que quería darle y Él merecía... Imagínense entonces con medicación psiquiátrica diaria.

Es verdad que yo no podía tener la fuerza que tenía Él para trasnochar varias noches... Y también me siento algo responsable. No haber podido cumplir "sus expectativas" sí... frustra.

Muchos errores, muchas heridas sin intención, muchas preguntas que ya no tendrán respuestas... ¿Pero por qué siento que no puedo redimirme con nada? Es injusto sufrir por tantos años. Para mí y para cualquiera. Ningún ser humano merece sentir todo esto (salvo los violadores, asesinos seriales, corruptos... Bueno).

No, seguir escribiendo en este blog no funcionó. Sólo reavivió angustias y abrió heridas que no quería abrir.

Además... 2008, 2009... ¡16 años tiene ya! El "altar" creado en su nombre hoy ya tiene la edad que yo tenía cuando lo conocí... Ahora, el motivo por el que abrí este blog está tan muerto como la relación que formamos, y su amor por mí. Seguir escribiendo acá es en vano, es seguir con la venda en los ojos aún sabiendo que ya estoy muerta, como Lady Jane Grey, the Queen.

Así que supongo que si quiero seguir relatando historias, que sean sobre Historia Mundial, ya no del Tuto que pudo ser mi novio y al final no pero que fue mi amigo, o la Liza que podría haber sido porque nuestra relación hubiera sido... No, ya nada. Porque Él ya no está. Todo lo que piense, todo lo que haga, ya no sirve. Él, que me decía con todo su corazón que me amaba, se fue. Para siempre, aunque me duela.

Ojalá lo acepte algún día. Siento que el deseo de aceptar, superar, prácticamente se convirtió en un sueño casi utópico de alcanzar... Como llegar al pico del Cerro de El Chaltén. Como llegar a la cima del Monte Everest. Como tener un carácter que me deje defenderme con las palabras correctas, para no herir a los demás.

Y, aunque no voy a borrar la página (No, aún superada yo no borraría ningún recuerdo).

Ojalá no volva a escribir nunca más en este lugar. Se volvió un lugar triste, angustioso. Y no quiero que mi vida siga ese camino.

A otra página.


miércoles, 6 de marzo de 2024

Medio sado, me parece.

Hay cosas que a través de los años creo que me debo reconocer, o que cambié, o aprendí, o que al menos mejoré. Dos cosas muy relacionadas entre sí.

Lo primero que noto es lo que mencioné hace poco: a veces me pasa que, más allá de que reconozca que tengo el deseo de llorar (con o sin razón alguna), ya no me sale. O sea, hay veces en las que lloro fuerte, sí. Pero muchas otras veces me pasa esto. No sé si es bueno o malo. No sé si fue por la "costumbre", de hecho no recuerdo cuándo comenzó a pasarme, pero eso: aunque las ganas están, NO PUEDO llorar. En parte, para mí es mejor. Ya dije que estoy harta de hacerlo.

Otra cosa es que, más allá de que sepa que estoy pasándola como el orto, o que estoy en un ambiente incómodo, o estoy viendo algo que no me gusta y no tiene remedio... También, ya no me pongo histérica ni soy transparente con mis emociones. Sólo me quedo con cara de nada, callada, sin reaccionar. Como si fuera que por arte de magia la piel se me embadurnara con vaselina para que todo me resbale; como el meme del perrito que dice "This is fine", mientras todo se incendia a su alrededor.


Eso me pasó ayer.

Otro de los archivos que Él me pasó es un diario que por lo que recuerdo, yo venía escribiendo en 2011 en un archivo de Word. Corto dentro de todo, no llegaba a las 70 páginas. Lo empecé a escribir desde nuestra primera separación, para puro descargue, obvio. Cuando lo escribía estaba tan hecha mierda como pocas veces me acuerdo. Y de verdad creía que había perdido el archivo para siempre.

La pregunta es: ¿Cómo llegó a su PC, a "sus manos", a su alcance, si se trataba de un diario íntimo mío? Está bien, en todas las páginas lo idolatré un montón porque lo extrañaba como nunca, pero es una parte muy vulnerable de mí, y no sé si me enorgullece que esto haya estado a su alcance, menos en la actualidad. Es que todo es tan triste ahí... Y ya hablé de todo lo que me avergüenza sentirme expuesta de esta forma. De sólo imaginarme la posibilidad de que Él lo haya leído, hace que quiera esconder mi cara entre mis manos.

No recuerdo habérselo pasado, pero bueno, tampoco le pregunté nada, y evidentemente tampoco me animo ya, porque prácticamente no hablamos: "Hola. Sé que somos como desconocidos ahora. ¿Pero por qué tenías un diario mío donde hablaba de vos?" Cuak.

Tal vez lo habré descargado yo de no sé dónde y quedó ahí, en su compu. O tal vez me estoy preocupando al pedo y resulta que Él nunca se percató de nada, que nunca le dio bola a ese archivo y sólo me lo pasó de casualidad porque vio que es mío.

Estoy suponiendo todo igual. Sobrepienso mucho 😅

La cuestión es que ayer, al encontrar este archivo y abrirlo... No pude evitar colgarme leyéndolo. Y sí, al verlo, reconocerlo, verme ahí, aún reflejada en algunas de las palabras que escribí, no pude evitar moquear.

Después de haberme conmovido al principio, vino alguna que otra mezcla de otras emociones. En algún momento sentí lástima de la mina que ahí describía su pesar, pero lástima del tipo "Ay, por Dios, no". La evidente falta de autoestima, dependencia e inmadurez emocional que veía, me llevaba hasta a sentir rechazo de algunos sentimientos que describía en esas líneas, y a todo lo que yo fui al confesarlos.

Luego sobrevino el "desinterés" del que hablé más al principio, reconociendo lo metida en la mierda que estaba en ese momento, que el pasado no se podía cambiar, que ya está, y que más allá de que aún quedan vestigios de esos sentimientos, ya fue todo, porque no sé si recuerdo haberme sentido peor hasta ahora. Sí, ahora leía con la cara roja, hinchada por las lágrimas de antes, pero ya seria, con cara de póker, resignada como el perrito de "This is fine".

Pero a pesar de todo esto, a pesar de el llanto, de la indiferencia que en realidad tapaba una sensibilidad que aún existe en el fondo de todo... Hubo momentos en que leía y recordaba todo tan nítidamente que a veces se me erizó la piel.

Hablo de lo que me pasó cuando me encontré con los momentos lindos. Me dejé recordarlos con leves sonrisas llenas de ternura en vez de melancolía. Me dejé ser, soltando todos los recuerdos y sentimientos feos, todas las frustraciones, y experimenté todo como si todo eso lindo hubiera pasado hace cinco minutos, no años. Como si me estuviera pasando en ese momento, una vez más, mientras leía.

Después de mucho tiempo y gracias a esas descripciones tan detalladas, volví a sentir la ternura de ese primer todo. Volví a vivirlo a Él: volví a ver su sonrisa al saludarme, a oler su perfume al abrazarme, y a sentir el calor de sus manos rodeando mi cara para aunque sea darme el beso más tímido y tierno de todos.

Me notaba con los cachetes colorados mientras leía, pero ya no por llanto o angustia. Y volvía a sonreír, pensando en que en esos momentos, si Él me viera, me cargaría al darse cuenta de que estaba colorada por timidez.

Hablaba de la pasión que siempre hubo entre nosotros y al recordarla, pude volver a sentirla. Creo que hasta la última vez de intimidad reconocimos la fuerte atracción que sentíamos el uno por el otro.

También me llamaron la atención también varias partes en particular:

"El tiempo, maldito, se pierde como agua entre los dedos cuando lo paso con Él."

"Que podamos seguir adelante, y que podamos vivir juntos y felices por el resto de nuestras vidas." Deseaba llena de ilusión en la parte que contaba que soplaba la vela en uno de mis cumpleaños.

"Y todo esto lo hago porque quiero hacer todo lo posible por respetar tus decisiones, mi vida. Nunca va a ser por desinterés." Explicaba al contar que tenía que hacer fuerza para no hablarle, por miedo a molestarlo.

"Por más que tal vez suene exagerado o como una boludez, por más insignificante que fuera... se me hace muy difícil no tener ganas de aunque sea preguntarte cómo estás, o confesarte las ganas que tengo de estar al lado tuyo. Es una lucha para mí estar lejos de vos."

"Incluso si ser lo mejor para vos implica tener que alejarme, con toda mi angustia lo voy a tener que aceptar, porque te amo con todo mi corazón."

Ay, este hombre sacaba mi parte más poética de adentro, por Dios. Parecía una novela dramática 🙈

Y lo último, pero no por eso menos importante:

"Estuvimos juntos y solos desde cerca de las nueve hasta las dos de la tarde, y Él me lo dijo... “Es como que pasa esto y sólo somos vos, yo, y esta habitación. Lo demás no existe”.

Y bueno, pasaron los años.

Logré rehacer mi vida.

Pero creo que nunca volví a sentir nada así de fuerte con nadie más.


martes, 5 de marzo de 2024

Las compus tienen memoria pero no sienten

Finalmente y después de algunos años, pude volver al lugar de mis sueños.

Llegué a El Chaltén pero sabía que esta vez sería diferente. Porque mi situación era otra. Porque yo era otra, y porque esta vez ya no iría sola. Tomás, mi acompañante, rebosaba de alegría. Era la primera vez que se subía a un avión. Le dejé el lado de la ventana a la ida.

Me di cuenta de que aunque yo no tenía su mismo entusiasmo y de que pasaría fechas sensibles en ese lugar (¿por qué nunca fui con mi ex a este lugar tan lindo?), al menos estaba contenta de volver allá, y encima acompañada de quien fue mi mejor amigo. Todo sería perfecto en mi pequeño paraíso.

Pero NO.

Como si oliera mi situación, como si leyera mis pensamientos a miles de kilómetros de distancia, un mensaje suyo me llegó tan sólo un día después de haber llegado a destino:

"Encontré en mi computadora más documentación tuya...[...]"

Con Tomi estábamos yendo a cenar y leer el nombre de Tuto en mi wpp provocó esa típica patada en el pecho que ya conocía. Y no por ser Él, sino porque sus mensajes eran avisos de que, al menos por lo que yo entendí, me estaba mandando cosas mías de hace años porque las iba a borrar de su PC. Todas.

Le expliqué que no tendría acceso a una compu hasta dentro de unos días, que luego vería lo que me mandó. Luego le agradecí, muerta de ganas de decirle cosas menos frías.

Desde entonces comprendí que no importa dónde vaya y mucho menos con quién, su recuerdo y el pesar por su falta siguen acompañándome.

Por fuera creo que no se notaba. Sonreía, charlaba, vivía. Sonreía también en algunas fotos, pero por dentro había una Liza que seguía llorando y que aprendí a guardar. Podía sentir un hueco en el pecho y aún así no quebrar. A veces sí, se me notaba un poco fría, seria. De pronto y sin querer contestaba mal. Pero pasaba. Los días pasaban, y Tomi me acompañaba. Una tarde no me aguanté, me puse a llorar frente a él y Tomi terminó consolándome. Esa tarde no salimos. Me sentía una salame.

Al regresar, todo era un caos. Había que limpiar y ordenar muchas cosas.

Hoy, mientras seguía ordenando para hacer lugar, encontré una carpeta y la abrí para ver si había algo para tirar. Fotocopias de documentos, actas, diplomas y atrás de todo, al fondo de la carpeta, otra carpeta más, improvisada. La abrí también... Y encontré unas líneas que no recordaba cuándo leí por última vez.

Era la carta de 22 hojas que Tuto me había mandado cuando me fui de viaje de egresados a Bariloche. Con la mano en la boca y mientras la Lizita que guardaba lloraba otra vez adentro mío, leí esas palabras unos segundos. "Y pensar que en este viaje estaba segura de que nunca volvería a extrañarlo tan fuerte" pensé. Y guardé todo tratando de volver al orden de toda la ropa.

Después recordé lo que me mandó cuando estaba de viaje en El Chaltén.

Me dio miedo. Qué distinto este mensaje de la larga carta, que veo tan lejana, de años atrás.

Yo sabía lo que me provocaría ver eso. Fuera lo que fuera.

Pero lo abrí igual. Nunca NO me fijé algo que Él me haya mandado... Y suspiré al ver.

Eran sólo archivos, como me dijo. Ninguna foto. Y aunque eran re poquitos, casi todos contenían cosas re sensibles para mí. Cosas de ambos. Abrí uno de ellos y terminó de partírseme el corazón.

La versión digital de la carta de 22 hojas estaba frente a mí. No podía creer que después de tanto tiempo, me encontrara con este tipo de dosis de tortura de manera tan seguida: una hacía un ratito, sin querer, en modo papel, y ahora en un archivo digital que Él me mandó hacía unos días.

Uno de los recuerdos más lindos que Él mismo hizo para mí, ahora hacía que me doblara de tristeza. Y todo el trabajo que se tomó en hacerlo... "¿Esto va a borrar también?" pensé.

No sé si fue el rejunte por haber vuelto a Buenos Aires, por tener que volver de mis vacaciones al trabajo o qué, pero supe que hoy no sería una buena tarde. Lloré, pensé en Él. Volví a llorar, pensé en Él. Deseaba con todas mis fuerzas mandarle alguna demostración de cariño aunque sea telepáticamente, si así se pudiera. Un beso o alguna caricia. Aunque sea una mirada. Algo que él pudiera al menos corresponder.

Es una lucha querer y extrañar tanto a alguien y no poder hacer nada al respecto.

Sólo quería dormir y desaparecer. Resetearme. No sentir.

Porque lloré por angustia y miedo. Miedo a que, después de tantos años, el hombre que alguna vez me amó tanto borre toda nuestra historia no sólo de su PC...

Sino también de su memoria.

viernes, 23 de febrero de 2024

La mano que me sacó del pozo

Mi obsesión por mantener todo prolijito y ordenado me quiere llevar a relatar todo lo que me pasó desde agosto del 2020 hasta ahora, como si fuera un diario. Pero fueron tantas las cosas que sucedieron, que me es imposible recordar todo y explayarme como quisiera.

Así que, al menos en este post, quisiera hacer un paréntesis en toda esta historia. El paréntesis original es mucho más largo que el que voy a hacer ahora, pero creo que será la primera vez que NO voy a hablar de la persona por la que lloro todavía.

Su nombre es Tomás.

Súper irrelevante al principio. Tanto él para mí como yo para él. Ambos habíamos empezado el primer año en el ISER en el 2022 (otra historia a contar luego) en un grupo de 15 personas y, de última, lo único que me llamaba la atención de él los primeros días era que me irritaba que hiciera comentarios por lo bajo a otros compañeros mientras algún profesor hablaba. Porque hasta hablando bajito su voz grave acaparaba todo el aula 😑 (estudiamos locución. Las voces "fuertes" rebosan tanto en ese edificio como el agua en un vaso muy lleno).

Al pasar los meses, nos fuimos identificando uno con el otro porque más allá de que formábamos vínculos con los demás compañeros, nosotros dos éramos unos de los más tímidos, callados o de perfil bajo de todo el equipo. Mientras los demás regodeaban de sus logros profesionales y dotes locuaces; o mientras iban encontrando motivos para criticar a otros, nosotros nos quedábamos en una esquina con la boca torcida por la risa o mirándonos de manera cómplice. Porque los veíamos como estudiantes como nosotros, que se creían estrellas de las radios más reconocidas. "Suele pasar en este rubro" nos dijeron siempre.

Cuestión. Nos fuimos haciendo amigos. Las historias y anécdotas que nos contábamos hacían que el vínculo evolucione a algo mucho más agradable. No sólo me gustaba su forma de trabajar académicamente y admiraba su voz, sino que ahora además me gustaba mucho su compañía. Charlábamos mucho, nos hicimos grandes amigos. De no significar nada para mí, pasó a estar a la altura de las personas más importantes en mi vida.

Y lo digo en serio. Así como me agarraba bronca si él me contaba que alguien o alguna situación lo lastimó, él se prestaba siempre de la misma manera para recibir mis llantos repetitivos por la misma persona; me escuchaba con la misma atención que al principio cada vez que volvía a llorar por una nueva frustración con algún tipo. Hasta me acompañó cuando estuve internada durante las vacaciones del primer año. Hacía mucho no tenía cerca de mí a alguien tan presente.

Mi Tomilín le decía con voz de idiota antes de abrazarlo al encontrarnos. Me sentía una goma al decirlo así pero también sabía que él me aceptaba de esa manera. Lo adoraba y sabía que él a mí.

Pero mi ingenuidad hizo que se me saliera el tiro por la culata cuando me dijo que me empezó a ver de otra manera. Repito, la historia es mucho más larga que todo esto... pero por todo lo que sabía (o había entendido) era imposible que Tomi se fijara en alguien como yo. No podía ser.

Pero sí, fue así.

La pasé como el orto porque yo sabía que la distancia era la única manera de hacer más amena toda esta situación. Le planteé que no podríamos hablar más porque yo no podía ofrecerle lo que buscaba, y así fue durante días, sintiéndome culpable y triste porque lo conocía y porque entendía cómo se estaría sintiendo. Querer consolarlo y no poder era una mierda. Las relaciones humanas eran una mierda.

Y empecé a extrañarlo.

Él a veces se animaba a hablarme por whatsapp y yo le contestaba también a veces, tratando de ser cordial sin perder la distancia que necesitábamos para calmar las aguas. Todas las personas a las que les contaba la situación me decían "dale, dale bola porque te lo saco yo" haciendo alusión a un atractivo en el que en realidad no me había fijado nunca hasta entonces.

La culpabilidad y tristeza pasaron a nostalgia. Quería estar con él pero tenía miedo. No me animaba. Había algo de mí que no quería saber nada con nada que tenga que ver con alguna nueva relación afectiva con alguien. No quería herir ni que me hieran.

Pero acá estoy. A mitad de segundo año nos animamos a decirles a todos nuestros compañeros que hacía poco estábamos saliendo y algunos hasta gritaron de emoción, entre otros gritos y comentarios que decían "¡¿Pero no era obvio?!". (Em... Para mí no). Ya dije que faltan detalles de esto. Pero él fue siempre, ante todo, mi mejor amigo. Tomi conoce mi pasado, secó mis lágrimas, me acompañó en situaciones y lugares que ni en pedo me hubiera podido o querido acompañar otra persona... Y todo espontáneamente, sin que yo se lo pidiera. Sin pedir nada a cambio.

Otra cosa buena de todo esto es que después de todo lo que pasó, de todo lo que sabe, sigue siendo mi mejor amigo. Podemos hablar del pasado y él ELIGE seguir a mi lado a pesar de mis fantasmas; hablamos del presente y aprendí sobre la comunicación asertiva y la sensibilidad al transmitir lo que nos pasa; la empatía, la paciencia... Y sí, aunque lo hacemos con miedo (más yo)... También hablamos del futuro de vez en cuando.

Aunque a veces todo sigue siendo raro para mí, Tomi aprendió a conocerme en muy poco tiempo, pero de ahí a seguir eligiéndome y apoyarme a pesar de eso... Eso es algo que no todos logran o quieren hacer. Por eso es tan valioso.

Todo esto me mostró también que puedo desaprender mis patrones, porque él está casi fuera de todas las características que solía buscar en los varones, al menos de manera inconsciente. Sólo voy a mencionar algunos detalles suyos:

Es alto, sí, pero esbelto. Mi miedo y apego a los abrazos de antes me hacían sentir alienada, pero hoy al menos me ayudan a tranquilizarme en momentos de adversidad. Me calman mucho en noches de angustia.

Su pelo castaño y abundante fue creciendo a medida que nuestra relación avanzaba. Es un pelo que mayormente suele atarse en días de calor, pero cuando decide tenerlo suelto lo envidio: paso mis dedos como peinándolo y no hay una gota de enredo. Algunas veces las puntas onduladas le tapan las mejillas levemente sombreadas por la barba. Los mechones de pelo suelto también le tapan unos ojos de color verde que cambia con el sol... Un color que casi no se le nota cuando me mira fijo porque cuando lo hace, se le dilatan las pupilas.

Mi hermana mayor lo gasta diciéndole que es Jesús. Yo sonrío al recordar esto, porque al escribir estas líneas pienso en que tal vez lo que me llegó por fin es justamente ese alguien que tiene las virtudes que yo de verdad deseaba en alguien: que sea amoroso, comprensivo, humilde, desinteresado, sensible y entregado. Pacífico, paciente, tranquilo. Así como dicen que fue ese tal Jesús. Un ángel que pareciera que bajó para sacarme del pozo donde a veces me sigo hundiendo, y que me acepta con todos los defectos que descubrió en mí antes incluso de amarme como dice que me ama ahora.

Sonaré flashera, pero posta esto es algo que se lo planteé a mi psiquiatra, y ella coincidió conmigo: los seres humanos somos menos que un granito de arena en el desierto más inmenso de la Tierra. Menos que un residuo de polvo en medio de toda nuestra galaxia; El cosmos es tan vasto y el tiempo, tan limitado para nosotros... La vida humana es tan finita en comparación a la historia de este universo, que volver a encontrar a alguien que exista en el mismo tiempo que vos, teniendo más o menos los valores que buscás, y encima tenga todas estas virtudes... Todo esto hace que no pueda evitar sentirme...

No sé si enamorada, reconozco que todavía me cuesta.

Pero sí, al menos, agradecida.

miércoles, 21 de febrero de 2024

Todos los caminos conducen a romA

Venía bien. Juro que venía bien.

Es decir, hubo alguna lágrima aislada mientras hacía cualquier cosa. Pero venía joya. Varios días sin llorar y semanas sin sentir desgano, de querer levantarme de la cama a hacer cosas, estar activa. Hasta me había leído un libro entero en menos de dos semanas. Todo un logro 👍🏻

Y hoy venía siendo un día de esos. Estaba en la PC, trabajando como siempre, escuchando música con los auriculares y sentada en el escritorio (¡No acostada en la cama en pleno mediodía, woho!). Spotify se me hizo monotemático y no encontré nada en la radio, así que elegí escuchar Youtube. Había una lista que había armado hacía mucho, así que le di play. Y re bien, en la lista habían piezas que no escuchaba hacía bastante. De hecho, tenía canciones y autores no muy conocidos por gente de mi edad. Estaba re cómoda escuchando... Hasta que algo la cagó.

Realmente fue de un segundo al otro. Conmigo en pleno estado autómata, ese sonido apareció en mis oídos y me sacó de toda abstracción. Reconocer la melodía después de tantos años (posta, no me había dado cuenta de que hacía tanto no la escuchaba) me cerró la garganta con un rayo gélido y doloroso. Y los ojos también empezaron a doler. No pude tragarme las lágrimas.

Me saqué los lentes mojados y hundí mi cabeza entre mis brazos, rendida por el llanto.

Sin Tu Latido es una canción de Luis Eduardo Aute.

La conocí de adolescente, un día que llegaba a la casa de Tuto desde la escuela. La oía desde todos los ambientes de la casa, y me gustó.

La escuchamos mucho estando juntos. A esa canción, y a otras que venían en un álbum que Aute grabó con Silvio Rodríguez en 1993. Yo no conocía a ninguno de estos dos cantantes hasta que llegué a la casa de Tuto aquella vez.

No sé si él lo sabrá, si lo recordará o si alguna vez se lo dije, pero desde entonces me fue imposible no relacionar con nosotros dos a Silvio Rodríguez y, especialmente a esta canción de Aute: Sin tu Latido.

Recuerdo que alguna vez el autor de esta canción vino a Buenos Aires y, aunque tuve ganas, no pude ir a verlo. Una lástima, porque el cantante fallecería en el 2020...

El mismo año en que mi ex y yo nos separamos.

Que el final de esta historia
Enésima autobiografía de un fracaso
No te sirva de ejemplo
Hay quien afirma que el amor es un milagro


viernes, 16 de febrero de 2024

"Vergüenza es llorar y que te vean"

Crecí habiendo aprendido que toda herida es curada por el tiempo, pero nunca creí que pondría tanto a prueba este dicho como en estos últimos momentos... O mejor dicho, en estos últimos años.

Este blog es bien específico así que más allá de que puedo hablar de otras cosas, sé también que puedo darme el lujo de ser irritablemente monótemática y tener acá muy presente, al menos por ahora, a sólo una persona: Tuto.

Sí. No importa toda la gente que haya conocido, todas las palabras de aliento que me hayan dado ni cualquier cualidad o virtud que yo pueda tener; Tuto dejó una herida muy grande, y la angustia que llevo dentro por él, a veces supera cualquier motivo que haya encontrado antes para sentirme mejor.

Wow, qué lujo, ¿no? Enterarte que sos tan importante para una persona, al punto de sufrir por vos durante AÑOS. Que alguien, sin importar lo que haga, sus logros o de qué trabaja, llore por vos literalmente casi todo el día, todos los días. Porque te extraña, porque te quiere y sabe que nunca más va a poder estar junto a vos.

Yo, sinceramente, si me enterara que esto le pasa por mí a alguien a quien yo no quiero... Y, la verdad que pobre, sí, pero sería incómodo. Y como sé que él nunca va a volver... Si no tiene idea de lo que me pasa, mejor. Blog blindado. Lo único que me faltaría es no poder superar un sufrimiento, andar dando pena y encima sentir vergüenza por eso porque la persona que lo causa lo sabe. 

En fin. Cuatro años van a ser desde que nos separamos. CUATRO. Y mientras él comenzó a rehacer su vida pocos meses después de cortar... pasan cuatro años y mientras yo pensaba que la etapa de superación ya había pasado para mí, me encuentro otra vez con que estoy gastando todas las servilletas de papel porque aún moqueo al recordar que no voy a poder volver a apretarle fuerte la mano en público mientras lo miro y sonrío con cara de pelotuda y sin miedo a su rechazo. Lloro en el trabajo, en mi casa, en el transporte público. Lamentable para cualquiera que me vea. Vergonzoso para mí. 

Pero posta. Es como llorar por alguien que falleció. O sea, nunca más poder mirarlo como antes. ¿Es posible llegar a entenderlo? No poder mirar sus ojos color miel al sol, ni contemplar su sonrisa ni la sutil cicatriz de sus labios. He pasado por algunas pérdidas estos años, pero definitivamente esto es distinto, porque yo a él lo consideraba mi familia, el futuro papá de los hijos que hasta entonces quería tener. Yo amaba a mi querido Tuto con el alma. Y casi cuatro años sin poder darle un abrazo a un ser amado es muy doloroso. No poder volver a sentir el calor de su abrazo en momentos de frío; no poder volver a sentir su olor, su aliento, la inexplicable química que nos mantuvo unidos; darme cuenta de que mis hijos (si los tengo) ya no serán hijos de él como siempre soñé, que no tendrán sus rasgos...; Hasta pensar en la posibilidad de olvidarme de su voz. ¿Es posible que una sensación tan horrible se pueda describir? No sé, yo no puedo. No encuentro palabras que puedan explicar todo lo que sentí por él, y todo lo que siento ahora por su falta.

¿Y eso de que el tiempo lo cura todo? Las pelotas. Me la soban las frases clichés. En nada de eso creo ya. Una vez me mordió un perro y aunque la cicatriz casi no se nota, tengo una sensación rara ahí desde entonces; hace poco también me chocó un auto, y a pesar de que la herida también cerró, dejó una marca que sigue siendo muy fea y sigue doliendo cuando la toco, incluso en los alrededores.

El desamor, la desilusión, la frustración, decepción y tristeza que trajo consigo mi desunión con Tuto no fue una mordida en algún músculo, ni siquiera se acerca al golpe que me dieron en la pierna con el choque de un auto que me hizo volar por los aires. Yo siento que los sentimientos por este hombre atravesaron mi pecho de lado a lado de una manera que no puede percibir ningún ojo pero sí el resto de mi cuerpo. Entero. Y los años van a seguir pasando y siento que mientras siga viva, cada vez va a ser peor: la herida va a seguir abierta y horrible y va a doler como la mierda cada vez que la toque para querer sanarla; porque la presencia de este tipo, su marca, la cicatriz que dejó en mi ser, todavía me rompe el corazón. No importa cómo rehaga mi vida, ni con quién decida compartirla. Su recuerdo, esa ilusión desencantada de vivir mi vida con él y con la hija que abortamos... Todas esos sueños hechos mierda y las demás sensaciones me perseguirán como un fantasma hasta que me muera.

No, el tiempo no está curando nada. Así que, después de llorar con todo el mundo, ahora lloro sola (a lo sumo lloro con una sola persona de mi entorno, pero sin darle muchas explicaciones). Porque me avergüenza. Porque estoy tan cansada como los que seguirían disponiéndose a escucharme después de tanto tiempo.

La única con la que sigo permitiéndome quebrar —y porque le pago, meh— es Mari, mi psicóloga. Y ella me mencionó varias cosas... Entre ellas, me quedé con tres:

Primero) Estoy en duelo. Chocolate por la noticia.

—¿Pero cuánto más voy a estar así? Es insoportable —exclamé, con una mezcla de indignación y angustia que ambas podíamos comprender.

Mari tiene más o menos mi edad. Y la diferencia de ella con las demás psicólogas con las que intenté tratarme, es que nunca sentí esa frialdad que impone la distancia del profesionalismo. No es que me da palmadas en la espalda mientras despotrico en el escritorio, pero cada vez que le hablé de situaciones realmente delicadas de mi vida además de Él, como maltratos, abusos, el aborto e ideas de suicidio... No es que ella mientras tanto apoyaba sus manos entrecruzadas a sus piernas y ya. Mari se acerca en el escritorio, rompe esa barrera de distancia de la que hablo, pero sobre todo noto su empatía, no sólo en los rasgos de su cara, sino en su mirada. Más de una vez me dejó contarle hasta la última palabra con sus ojos llenos de brillo, a veces inyectados en sangre.

Y yo sabía que mi psicóloga venía entendiendo que yo estaba harta de sentir todo lo que le describía. Comprendía mi indignación y angustia.

—El duelo es distinto para cada uno. —siguió ella después de mi pregunta—. Hay tantos tipos de duelo como personas en el mundo. Para unos puede durar durar algunas semanas (qué envidia), para otros puede durar algunos meses... Y a otros más, nos lleva algunos años.

Segundo) El duelo, además, no es un proceso lineal. No es como una escalerita que se sube cómodamente para llegar hasta arriba. Puede que un día me sienta bien y disfrute hasta de ver un pajarito pasar, que me sienta en lo más alto. Pero también puede pasar que otro día me sienta pésimo, a tal punto que no quiera ni despertarme, ni levantarme, ni hacer algo tan simple como cepillarme los dientes.

Tercero) Esta parte fue la que llamó un poco más mi atención. Estábamos hablando del miedo, entre otras cosas.

—¿Vos le diste realmente bola a lo que sentís y a todo lo que pasó? —me preguntó.

Mi cara quedó en modo avión.

—Sí. No hablo de simplemente reír o llorar. —siguió Mari—. Hablo de reconocer lo que te pasa y hacerle frente si ves que no está bueno.

Le expliqué que obviamente intenté todo.—¿Pero cómo hago para hacerle frente? —le volví a cuestionar, casi rogando —. Hago de todo pero al final no me sale hacer otra cosa más que llorar porque estoy estoy triste, o angustiada... O enojada (reconocer esto último me hizo enojar más, pero es para otro post/sesión).

—Puede pasar que hay acontecimientos que no podemos o no queremos reconocer ni ver en profundidad por miedo a los sentimientos que te generarían. Y la tristeza, por ejemplo... —Yo sentía la cara roja y trataba de tragar la congoja —Liza, es difícil atravesarla, pero hay que hacerlo para poder superarla.

"¿Cómo mierda hago para salir de todo esto?" —Pensé. Pensé en toda la gente que conocí y todo lo que hice desde que Tuto y yo nos separamos. Todo en un segundo, para ver si podía contestarle algo. Para ver si podía darle un ejemplo de que hubo algo que haya funcionado al 100%. Pero no pude. Sólo pude asentir a lo que ella acababa de decir mientras yo me secaba las lágrimas. Me sentía tan blanda, tan débil. Tan boluda. "¿Es posible seguir sufriendo por alguien que ya NO me quiere? La concha de la lora." —Puteaba en mis adentros. Me puteaba a mí. A la situación.

—Además de hablar con alguien de vez en cuando —siguió ella ¿hay otra cosa que hagas donde puedas reconocer y descargar lo que te pasa?

Y recordé este blog, obvio.

La diferencia está en que claro, no escribo todos los días porque no tengo ganas de angustiarme frente a la PC por recordar cosas dolorosas al teclear párrafos y párrafos de memorias larguísimas de un amor imposible, prohibido y frustrado. Es decir, sí, todos los días pienso, todos los días esos pensamientos, esas palabras y frases de recuerdos se entrelazan como una maraña, dando vueltas en mi mente hasta hacerme doler la cabeza y hasta el corazón. Pero pocas veces me volví a animar a sentarme a escribir estas palabras, a ordenarlas, porque sabía que hacerlo implicaría esto justamente: recordar... y por consiguiente, sufrir. Llorar. Y no estaba dispuesta, o estaba harta de sentir esta angustia que realmente me cansa y me avergüenza, lo juro, me irrita. No la quiero sentir. Y menos que me vean así después de tanto tiempo.

Pero la psicóloga me propuso algo más, y lo tomé: ver si escribir más seguido acá me sirve.

Tal vez para otro pueda ser una conclusión pelotuda, predecible, pero ¿Y si me sirve? Tal vez seguir escribiendo seguido me ayude a seguir adelante, a descargar, o simplemente saber que no tengo que hacerme la boluda con lo que siento. Aceptar que soy sensible y no darme con un látigo por eso, reconocer que me angustio, tomar esa angustia con paciencia, sublimarla de una manera sana...  Ver qué puedo hacer con los otros mil etcéteras que seguro van a surgir.

Básicamente, si quiero aceptar con amor que no volveré a estar al lado de Tuto (acá empieza la angustia fuerte de la que hablé antes); si quiero soltarlo y aceptar en paz que hoy comparte su vida con otra mujer (angustia se agranda más, LPM, no puedo escribir tranquila), aceptar que tal vez yo simplemente fui un puente para que él llegue a ella, que seguro, sí sea la madre de sus hijos (y esta es la parte donde paro de escribir unos minutos porque no puedo).

Si quiero superar este sufrimiento insoportable, vergonzoso, inútil... Podría empezar a escribir no sólo sobre él, de los recuerdos buenos y malos... sino también de las personas que aparecieron en todo este camino que siguió, que me distrajeron un rato de todo este pesar, o me ayudaron.

Aunque no pueda sentirlo así en este momento, Tuto no fue TODA mi vida. No es mi presente. 99,9% no será ni cerca de mi futuro, no lo sé. No sé si estoy preparada para saberlo si así pudiera. Y debo reconocer que está bien. Tengo mis dos piernas, debo seguir adelante. Está bien.

No puede ser que la vida se trate sólo de lágrimas y angustia. No puede ser. No es justo. Con él tuve las ganas de vivir, fluir y proyectar como no pude hacerlo nunca más con nadie. Pero tiene que haber alguien más con quien pueda sentir lo mismo, o al menos parecido... Y si no, tengo que encontrar la manera de sentirme bien proyectando mi vida sola, reconociendo que en realidad, nunca lo estuve porque hay mucha gente que me quiere y me quiere en su vida, y quieren verme feliz y avanzando.

Voy a tratar. Debo esforzarme. Aunque ahora mismo piense y sienta que no tengo nada más que perder.

jueves, 11 de enero de 2024

Blindaje

No sé si cada vez que leyó un post mío fue porque hizo alguna tramoya para recibir notificaciones para ver cuándo publicaba en este blog.

No sé si fue que entraba cada tanto para ver si de casualidad encontraba qué era de mi vida en su ausencia, o si simple y casualmente encontraba un post nuevo justo cada vez que entró.

No lo sé. Nunca voy a saberlo. Pero más allá de las cosas que siento, que sigo sintiendo, quiero seguir alojándolas en este espacio que alguna vez fue de él porque su recuerdo también forma parte de mi presente, y lo quiero conservar. Este lugar, junto a mi terapeuta, es el único donde puedo sentirme transparente al 100%, sin miedo a que me juzguen. Puedo sentirme vulnerable, sin miedo a que me lastimen.

Tuto había sido la primera y única persona con la que me había animado a exponerme por completo, con total confianza y sin reservas al amor. Por profundo amor, el más puro e inexplicable amor que una persona puede sentir por alguien, le mostré mi vulnerabilidad a flor de piel y abracé sus manos para poner mi corazón allí, totalmente enamorada, totalmente segura de que me cuidaría.

Pero terminé tan lastimada (sé que él también, y lo siento), que las heridas aún siguen abiertas y sangran con cada latido.

Así que este blog es prácticamente mi vida entera. Como él lo ha sido. Lamentablemente él ya no forma parte de mi presente hace mucho. Ya pasó un tiempo considerable. Y tiene otro corazón en sus manos.

Voy a guardar estas lágrimas y este corazón en este blog, que nació junto a la hermosa ilusión de que Tuto sería el hombre de mi vida.